Conocí a Judith en mayo de 2021, tenía entonces 76 años. Ella coordinaba un taller de “Inmersión biográfica”. Con ella realicé ejercicios relacionados con mi vida, con una breve introducción y algunas sugerencias. Sin haberlo planeado conscientemente, yo estaba entrando en el mundo totalmente desconocido de la autobiografía.
Recuerdo que el primer ejercicio que nos pidió Judith fue “El baúl de mi vida” (me encantó). Otros, igualmente significativos, fueron “Mi primer recuerdo”, “Así se hacen las cosas”, “Lo que mis ojos vieron”. Trabajamos haciendo poemas, narraciones y también en prosa poética.
Ella me motivó a seguir escribiendo. Descubrí que tenía cosas que decir, que podía dejar un legado a las siguientes generaciones de mi familia y del mundo, decir quién soy, contar lo que he vivido como testigo de un mundo que ya no existe y que resulta difícil de imaginar para mis nietos. Dos años después de este histórico taller, tengo mi libro, con los temas y estilos más diversos. Continuar redactando mi autobiografía resulta ser un magnífico ejercicio de autoconocimiento que disfruto intensamente.
Muchas gracias, Judith, por compartir tu don de escritora que inspira.